A quién no le gustaría sentarse con nuestros chicos a leer un Anteojito, o AQUEL Billiken... Cuantas veces corrimos los Jueves a lo de Santos Brandolini a buscarlo, o esperábamos que Raúl Granau lo trajera en su bicicleta azul, siempre con el Fontanares encendido en los labios y el pelo engominado...
Cuantas tardes frías de invierno y lloviznas, nos fuimos a jugar con la imaginación leyendo Anteojito, mientras la mami miraba la novela en la tele, y planchaba, o cosía botones en el guardapolvos, o horneaba una torta, o el mate?
Hoy nos quedan los recuerdos de todo. No sentís una cosquillita de emoción en el corazón...?
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